Marienbad Eléctrico. Enrique Vila-Matas. Editorial:ALMADIA

02/12/2015 - 12:00 am

Marienbad-Eléctrico_intEl protagonista de Marienbad eléctrico es un escrito seguro de que, en estos tiempos, sólo la experiencia estética puede depararnos algún momento que renueve la rutina. Le interesa especialmente el arte de la instalación, y busca comunicar su propia obra con el trabajo de Dominique Gonzalez-Foerster, artista enigmática a quien lo une una amistad compuesta de admiración y reto artístico.   En esta relación cuyo modelo es la de Holmes y Watson el narrador toma para sí el papel de quien investiga  a su compañera (aunque ambos terminen investigándose el uno al otro), detecta en conversaciones aparentemente accidentales el germen de nuevos proyectos, y sospecha que incluso los diálogos más simples ocultan mensajes clave.   La habitación vacía, lugar de la creación, la figura de Rimbaud, el más secreto de los poetas; el autor que se piensa escribiendo y que escribe para pensarse; el vanguardismo como una forma nueva de entender el mundo. Aquí cada tema transforma, se retoma, obtiene nuevas significaciones.

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Enrique Vila-Matas

 

Nació en Barcelona, en el número 108 de la calle Roger de Llúria, frente al desaparecido cine Metropol. Estudió derecho y periodismo, y entró en 1968 como redactor en la revista de cine Fotogramas así como en Destino. En 1970 dirigió dos cortometrajes, Todos los jóvenes tristes (sobre la desesperación) y Fin de verano (sobre la destrucción de la familia burguesa). Además, fue actor en siete películas catalanas, todas ellas prohibidas por la censura franquista. En 1971, realizó el servicio militar en Melilla, donde —en la trastienda de un colmado militar— escribió su primer libro, Mujer en el espejo contemplando el paisaje, que recuperará su título inicial -En un lugar solitario-, en la reedición en 2001 de sus textos de 1973-1984. A su regreso a Barcelona, trabajó como crítico de cine de las revistas Bocaccio y Destino. Vivió en París dos años, a partir de 1974, en una buhardilla que le alquiló la escritora Marguerite Duras; allí escribió su segunda novela, La asesina ilustrada. Su tercer y cuarto libro, Al sur de los párpados, historia del aprendizaje de un escritor, y los cuentos de Nunca voy al cine, aparecieron en 1980 y 1982. El autor cierra esta etapa inicial con Impostura, de 1984. A partir de este momento, su obra y su vida se funden. Desde luego, hay que contar con su experiencia con América Latina, que ha sido fundamental en su desarrollo (no sólo por su amistades con Roberto Bolaño, Sergio Pitol, Juan Villoro, Ricardo Piglia). Ya en los ochenta escribía en un suplemento que hizo época —Culturas de Diario 16—, y desde entonces ha seguido publicando en diversos lugares —en París, en Le Magazine Littéraire, entre septiembre de 2004 y marzo de 2008—, así como en el diario madrileño El País desde el primero de esos años hasta hoy (en la sección de Cultura, donde escribe la columna Café Perec, que se publica quincenalmente los martes). Está casado con Paula Massot, profesora de literatura, a la que dedica sus libros como Paula de Parma.

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